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lunes, 12 de diciembre de 2011

Escucharte respirar mientras duermes.


Noche de fútbol, de cervezas, de Martini y con él, risas. Una noche llena de amigos y buena música. Pero nada más entrar te ví a lo lejos, alfinal del local. És como si tuviese una espécie de radar, que cuando estás cerca, te localizo. Nada más verte sonreí, y tu estabas tan o más guapo que de costumbre. Se cruzaron nuestras miradas y te acercaste a mí. Me dijiste lo guapa que iba entre abrazos y besos que me diste. Para después tomar caminos diferentes, tú con los tuyos y yo con las mías. Pero como todos los sábados, sabías donde encontrarme y fuiste a buscarme. Y entre toda la gente, música, descontrol, locura y botellas de bebida vacías por el suelo, me viste. Bailamos y bebimos hasta que no pudimos más. Yo no sé cómo terminamos con nuestras respiraciones a 100 por hora bajo tus sábanas. Para mí ya sabías que eso era importante, pero me hiciste sentir como una princesa. Fue una noche de miles de besos, carícias, abrazos y suspiros. Fue una noche de pasión en la que la locura se llevó todos nuestros pensamientos, y los que quedaban de ellos sólo estabamos nosotros. Sólo estabamos pendiente del roce de nuestra piel. Fue una noche en la que nuestras ganas estaban deseando volver a encontrarse, y ahora sé que no te quieren volver a perder. Al igual que yo no quiero que se pierda tu olor en mi almohada. Fue una noche de las que ya había dado por perdidas contigo, pero me equivoqué y esta fue diferente a las demás. Y ahora estoy aquí, la noche de un lunes recordando lo que me hiciste volar la noche de un martes. Y ahora solo puedo contar las horas, los minutos y los segundos que faltan para que se repita una noche como esa, porque para mí no fue una noche cualquiera, fue nuestra noche. Y aunque no me lo digas e intentes hacerte el durito conmigo, sé que para ti, también lo fue.

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